lunes, 13 de junio de 2011

“Eres tu el que hace caer la lluvia de sangre” cap. 2.

2. La respuesta del Hiten Mitsurugi: Proteger Público, Proteger Privado (Cap. 2)

Este post es la continuación del ensayo “Eres tu el que hace caer la lluvia de sange”, mucho de lo dicho aqui presupone los contenidos del post anterior, recomendaría leerlo antes aqui.

Si ya nos tenemos tejidos en un mundo en el que solo hay un caos y nuestra constitución es tan frágil que somos como pétalos de cerezo que nos caemos con una suave brisa de otoño al acabar la primavera, ¿Qué tenemos? ¿Por qué viviríamos? Pues tenemos precisamente esa primavera, y vivimos precisamente por esa primavera que simbolizaría a esa felicidad que se ha mencionado más arriba. Sin embargo esa “felicidad” no es algo tan claro. Como la sencilla belleza de la flor del cerezo nace de la inocencia en que se encuentra frente a su destino, la felicidad es un destello que aparece tal vez en el olvido de esta fragilidad. Sin embargo existen otros estados, otras posibles respuestas para aquellos a quienes esta inocencia no les es posible. Así como una flor de cerezo congelada trasluce su hermosura tras la crueldad del invierno (siendo incluso un espectáculo sublime – que suscita una mezcla de pena y admiración), el hombre que vive en este invierno de la fragilidad humana ensaya sus respuestas dentro de los espacios que hay en su hielo y necesita ver su ideal para que este se trasluzca. Es así que hombres como Kenshin, Kyosato, Hiko, Saitou, Katsura, los hombres del Bakufu, etc., e incluso Enishi y Tomoe son estas flores congeladas. Lo son porque tomaron de una u otra manera consciencia de esa fragilidad e hicieron algo, cogieron un bien, una idea y se lanzaron en algún tipo esfuerzo activo de realizarla. En cierta medida la gran mayoría de los hombres están en este estado, pero así como una foto conveniente de la flor pone aquello que tiene de sublime frente a los ojos de un espectador, así el formato de la pantalla nos pone ante los ojos, con cierta intencionalidad, algunas tomas seleccionadas; tal vez las más hermosas, o más probablemente aquellas que fortuitamente fueron captadas por quien las tomó.

Con esto en mente quiero pasar a comentar lo que sería la enseñanza del Hiten Mitsurugi y las advertencias que hace Hiko para que Kenshin no se vaya. “El Hiten Mitsurugi sirve para proteger a la gente del caos de su tiempo”. Hasta aquí hemos ya hecho un comentario de cómo se podría entender esto del caos y también a grandes rasgos algún alcance de la palabra proteger. Sin embargo Hiko siempre advierte a Kenshin del riesgo que implica que el poder del Hiten Mitsurugi significaría en manos de alguna causa grande (o concretamente política) a la que pudiera adscribirse. Para esto retomare algunos elementos del análisis que se hizo sobre la fragilidad humana.

En el Hiten Mitsurugi (y en un espadachín de esa escuela) tenemos conjugados dos elementos: Caos interior (Cap. 1 de este articulo) y Fuerza (poder) material. No tiene garantías de estar en lo correcto y sin embargo tiene el poder de imponerse por la fuerza a otras verdades parciales en la gran mayoría de los casos. Esto pone al espadachín del Hiten Mitsurugi en una situación sumamente complicada ya que bajo la lógica de que la historia la escriben los vencedores (cuestionamiento de Yahiko en el anime sobre el cual volveré en otro post), o la ley del más fuerte (enunciada en su momento por Shishio) casi siempre será ganador; por lo tanto , bueno y justo. Pero el maestro del Hiten Mitsurugi además dentro de ese Caos interno vislumbra una (no digamos verdad) guía. Y esta es que “ser mas fuerte no implica estar en lo correcto” (probablemente bajo una premisa como la planteaba T. Hobbes de que no hay hombre tan fuerte que en algún descuido o de alguna manera, no pueda ser eliminado) y sobre esa guía surgen las ideas, postulados de: “Se debe proteger a la gente del caos de su tiempo” y “¡vive!” porque eso es lo que el Hiten Mitsurugi enarbola, el valor de la vida, todo esto sin olvidar jamás que : “no importa con cuantas palabras bonitas quieras adornarlo, el Kenjutsu es un arte de matar”, y ahí radica la enorme paradoja. ¿Cómo salvar vidas si tu quehacer radica en matar?

En este punto creo que puedo adelantar la distinción que termina haciendo el maestro del Hiten Mitsurugi (quien lo creo no solo en sus técnicas sino también en sus valores, no me refiero en concreto a Seijuro Hiko XIII) entre un Proteger Privado y lo que podríamos denominar un Proteger Público. El uso que hago acá de los términos Público y Privado es bastante laxo: Por publico me refiero a todo aquello que implica el quehacer deliberado de las personas con miras a los ordenamientos de su vida en sociedad; por Privado, a su vez, entiendo todo aquello que está relacionado con el quehacer personal, no deliberado, próximo y desarticulado (al menos oficialmente) de esto que he llamado público (tal vez podamos decir: “dentro de los márgenes del caos interno”). Y esta distinción es muy importante ya que encierra en sí el campo que se abre frente a la paradoja que se ha visto planteada más arriba. Es así que, como ya se podrá adivinar, la práctica del Hiten Mitsurugi esta encarrilada mas por el lado de un proteger privado que de un proteger público, y esto es porque precisamente uno de los elementos claves de su enseñanza es la profunda consciencia de la fragilidad humana, y por tanto de la propia fragilidad.

¿Y cómo esta conciencia los hace inclinarse hacia un proteger privado? Habría que preguntarse, entonces, en primer lugar ¿qué es lo que ocurre con el proteger público? En el ámbito público se tienen grandes modelos, grandes ideales, grandes posturas. En el ámbito público el invierno del que hablaba es, precisamente, el escenario. Una política (como instancia de regulación de la vida en sociedad, y como condición necesaria para la existencia de un espacio público, en contraposición al privado) se asume desde el presupuesto de El Caos en general como una respuesta cuyo fin (en principio) es la de que no nos matemos entre nosotros (T. Hobbes). Esto lo hace mediante la creación de normas, que pretender ser vinculantes y obligatorias para todos, y que finalmente trazan las líneas, ya no solo de convivencia, sino del telos (fin, propósito) de un grupo de personas. Por lo tanto tiende a unificar verdades, a elevar algunas en perjuicio de otras. Es una apuesta sumamente ambiciosa aunque necesaria. Y para lograr esa unificación usa la fuerza material. ¿Qué ocurre cuando se desata un caos político? Ocurre que tenemos, no solo muchas verdades parciales, sino dos o más grandes verdades que pugnan por ser la última (Naturalmente esto desde los presupuestos mas ideales y sin entrar siquiera a hurgar en intereses o apetitos particulares). En estos casos el otro es algo que debe desaparecer. Y se ponen en marcha los mecanismos de toda una institucionalidad en la defensa de esa verdad. En este punto el Maestro del Hiten Mitsurugi introduce su verdad por el valor de la Vida. Y a este le resulta absurdo que se desaparezca la vida de gente (muchos de los cuales ni siquiera tienen la “verdad política” como su verdad privada) por una lógica que pone antes su institución que la vida de aquellos a los que debiera servir. Voy a dejar de lado precisiones históricas al respecto. Por eso Hiko le dice a Kenshin que no debe abandonar su entrenamiento. Que si pone su poder al servicio de alguna causa la llevara a la victoria, y es precisamente porque Kenshin aun no termina de entender hasta que punto, y con toda su fuerza, el es frágil. Porque al matar gente que solo lucha por sus ideales y que, a su manera, desean la paz y la felicidad (véase a Kyosato, por ejemplo); el mismo se convierte en “aquel que hace caer la lluvia de sangre” de sangre, cuanto menos, “inocente” (ya que “inocentemente” creen en la verdad que han elegido). Este afán de Kenshin de proteger a los débiles desde la transformación del escenario político podría denominarlo un Proteger Publico.

Una vez dicho esto pregunto nuevamente: ¿y cómo esta conciencia los hace inclinarse hacia un proteger privado? Y creo que la respuesta sale ya casi por sí sola. Si eres completamente consciente de tu fragilidad a la par de tu poder y sabes que con ese poder solo vas a conseguir hacer más grande el espiral de violencia usado de forma organizada y comandada por algo más que el pensamiento de que lo más valioso es la vida, y aun así te has impuesto la tarea de proteger gente con su espada, solo te queda un andar errante por el mundo (consecuente con la conciencia de lo limitado en lo humano) e intentar salvar a la gente vista como “inocente” de aquellos que atenten contra ese alto valor que es su vida. Y esto se muestra de una manera mucho más clara en la “inocencia” que eres capaz de reconocer en aquellos cercanos a ti y que es la que les permite (junto a ti en su medida) hallar esa sutil y breve primavera que es la felicidad. Ella, al menos en su promesa, es lo que el corazón del espadachín protege como el más celoso guardián, y la verdad en nombre de la cual se arroga el derecho de “matar para salvar” y que es la saya que guarda su espada.

Aqui termina el segundo capitulo de este ensayo que espero les haya resultado interesante y del cual me disculpo por la extension. Pronto proseguire el ensayo con mas contenidos pero por ahora esto es un hasta luego! Gracias a quienes han llegado a leer hasta aqui.

Capitulo 1
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Información del autor:

Jeancarlos K. Guzmán P.

Estudiante de Filosofía en la PUCP, aficionado al anime, miembro y ex-coordinador de Shin Bunka Yûgô Club, un grupo de jóvenes universitarios que busca hacer un acercamiento mas académico al anime reconociendo en este su valor como vehículo de reflexion de nuestro tiempo. (para mas información sobre el grupo buscarlo en Facebook o en su blog )

Es además aficionado a la Historia y cultura tradicional del Japón asimismo también de su literatura e idioma. A su vez es aficionado a la poesía, y dentro de la filosofía, tiene particular interés en temas de metafisica e idealismo, especialmente el aleman de los siglo XVIII y XIX.


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