martes, 29 de mayo de 2012

Eres tú el que hace caer la lluvia de sangre, y aún así eres un niño


Por Jeancarlos Guzmán


Este capítulo se está escribiendo, tal vez, demasiado tiempo después de los dos anteriores y esto conlleva una consecuencia que es natural, pero que a su vez merece mencionarse, y es que en todo este tiempo hay enfoques que cambian, ojos que se vuelven más críticos y un estilo de escribir que es algo difícil de retomar tras tanto tiempo. Con todo esto he de decir que salvo algunos complementos y especificaciones sigo de acuerdo con lo expresado en los capítulos anteriores así que buscaré continuar en esa línea, pero si por momentos da la impresión de que se ha cambiado el tono del texto pido perdón a mis lectores tras haber explicado mis circunstancias.



“No importa si eres traficante de esclavos o un bandido,
 al final todos acaban en el silencio”

Kenshin

“Aún un niño puede matar a una persona” con estas palabras Tomoe se refiere a Kenshin mientras lo observa dormir. “Qué rostro tan frágil puede tener el mal, cuanta bondad puede cohabitar el corazón del que se desprende y se proyecta el mayor de los males, la muerte” estas palabras podrían ser las que entre los silencios de sus labios se deslizan en su corazón.  Qué fácil sería si pudiéramos polarizar, lo bueno, lo malo, lo que odiar, lo que amar, por qué luchar, contra qué; y sin embargo esta mujer que lo ha perdido todo en manos de un asesino que empezaba a hacerse famoso por su eficiencia y su sangre fría puede reconocerse en este, reconoce algo suyo y familiar a su vez que algo que lo hace completamente extraño. Como en todo en este caso no hay esencias que separar, toda la realidad se nos da mezclada y compleja y es así que nos enfrentamos a ella. Los seres humanos somos lo que somos y eso que somos es siempre más que una simple sumatoria de predicados  o atributos. Reconocer esto de uno mismo y de los demás nos exige un nuevo compromiso vital.
 Kenshin es el héroe de nuestra historia, cuya vida lo ha arrojado a unas circunstancias sumamente duras desde el principio. La sombra de la muerte fue para él, por mucho tiempo, indistinguible de su propia sombra. A pesar de ello había un deseo infantil (más en el sentido de inocente que de pueril) en lo hondo de su corazón: quería dejar de ver el sufrimiento a su alrededor. Su historia empieza con él lamentándose de su propia debilidad. De su impotencia por no haber podido salvar a aquellas de quienes quiso ser protector, y a quienes, incluso, debe la vida ya que Akane, Kasumi y Sakura lo defendieron con sus vidas y de facto ganaron el tiempo para la providencial aparición de Hiko quién finalmente salvaría su vida. Fue, este deseo de proteger, la inocencia de un ser que aún latía bajo las ruinas de muchas más inocencias rotas. “Aunque solo eres un niño tus manos ya saben lo que es cargar un cuerpo sin vida, pero el verdadero peso que tienes que cargar es la vida que se te ha dado” Tras esas palabras Hiko aceptará a Kenshin como su alumno. Bajo los criterios de ese proteger privado que habíamos visto (Cap. 2) será esa inocencia, o mejor llamémosla: voluntad sincera, la que daría el criterio para proteger a los que él quisiera, para hacer buen uso de esa poderosa arma que se le estaba entregando.

Sin embargo nunca sobran estas dos precisiones. La primera ya la mencioné, es lo que le dice Hiko a Kenshin antes de partir: “no importa con cuantas palabras bonitas quieras adornarlo, el Kenjutsu es un arte de matar”; y la segunda es que las armas no matan solas, son las personas las que las usan con sus voluntades y las hacen hacer lo que tienen que hacer. En este punto me tendré que referir a Kenshin en dos niveles: Como el héroe de la historia que nos ocupa, y como ser humano arrojado en unas determinadas circunstancias y con una mirada particular. Esta distinción es crucial ya que, al menos para efectos de estas OVA’s, Kenshin es un héroe trágico, y las tragedias clásicas siempre llegan como castigo de una hybris (termino griego que generalmente designa un comportamiento de hombres que desafían sus propios límites, usualmente desafiando a los dioses por el mismo acto. Véase el mito de Sísifo o Prometeo como casos paradigmáticos) o desmesura. Hay algo en la voluntad de Kenshin que lo hace heroico y que también lo condena. La voluntad sincera que apreció Hiko en él no estaba sopesada con esa profunda mirada de la fragilidad humana que el Hiten Mitsurugi enseña a comprender como también propia. No solo entendida esta como un supuesto teórico o una enseñanza que uno repite, sino como una conciencia profunda y madura. Como rezaba Platón hace ya muchos siglos en varias de sus obras la sabiduría, el bien, y la justicia (con ellas también lo bello) consiste en que cada elemento del cosmos este donde corresponde. El Filósofo, es para Platón aquel que llega a la contemplación de ese orden y por tanto sabe donde debe ir cada cosa e incluso el mismo. Esta Sabiduría es entendida como un autoconocimiento y no como uno introspectivo sino como uno integral que sitúa al yo dentro de un cosmos ordenado y completo. Pero ¿Qué tiene que ver esto con Kenshin? Pues que tal y como caractericé al Hiten Mitsurugi anteriormente esta conlleva una sabiduría en el sentido de ser una profunda autoconsciencia de esos límites. Los Seijuro Hiko pese a su gran fuerza fueron sabios al nunca sentirse más que seres humanos. Pero a esto hay que sumarle también esa profunda humanidad del proteger al débil, al que se ama. La libertad del heredero del Hiten Mitsurugi se desataba así en ese profundo amor por el prójimo (en el sentido original del que es próximo) sin metáforas ni abstracciones sino en su concretitud. Kenshin en su inocencia tuvo un ideal más elevado, que dudo que no haya estado en el fondo del corazón de cada Seijuro Hiko, y que era el salvar del dolor a toda la humanidad, o al menos a todo su país. El dolor de la gente que el sentía no era el que vivía, sino era el clima enrarecido de tanta violencia producto de ese caos del tiempo. El quería terminar con el caos del tiempo. Esta es su hybris(o, aunque la traducción judeo-cristiana no es muy exacta,  su pecado). Y en este caso no fueron dioses poderosos y ofendidos los que lanzaron sus furias contra el héroe, fue su propio contexto, su propio tiempo el que le obligo a hilar su ideal en las redes materiales que s tiempo le ofrecía para finalmente atraparlo en sus propios hilos atándolo a su tiempo y a sus circunstancias, y a su hacer siempre limitado.

Esta es otra manera de expresar el problema que conlleva ese proteger público del que estábamos hablando. El mundo concreto tiene cierta configuración basada en ciertas estructuras y en ciertas personas. Los estados, las organizaciones son los actores de estas realidades sociales de las que cada persona es una célula, pero que estas instancias, a su vez, se erigen bajo la figura de determinadas ideas o verdades (de las que también comente antes) y que persiguen algunos objetivos más bien que otros[1]. Es así que las ideas particulares para hacerse necesitan manos, y uno puede ser sus propias manos pero con un espectro de acción limitado. Un objetivo como el de Kenshin (de acabar con el caos de su tiempo) pasaba por la necesidad de la instauración de un orden (en contraposición al caos) pero ese orden se establecería de acuerdo a una idea más concreta y que en este caso es una idea política. Su ideal es por lo tanto subsumido bajo una maquinaria  humana compuesta por muchos ideales por muchas personas, y donde él con toda su fuerza no deja de ser una. Esto tal vez implique un segundo quiebre de su inocencia. Se asume de nuevo esta humanidad, pero también se asume la nueva forma que puede tomar el propio ideal con la consciencia de todas las culpas que eso le hará arrastrar. En otras palabras el ideal inocente inicial se hace consciente de sus limitaciones, el protector asume su papel de asesino, se llena de sangre “inocente” (al menos tanto como él mismo), más aun así espera que tras la matanza una nueva era aparezca. Esta es su inmolación. Por eso es un héroe. Este es su destino prometeico, el asumir la culpa de sus crímenes. Su inocencia final radica en su fe en la nueva era, fe a la que estará dispuesto a inmolar su consciencia. Por eso entre otros elementos el Tsuioku Hen es una historia trágica, ya la serie Rurouni Kenshin será la historia de su redención. Aunque esa redención se empiece a ver desde el encuentro con Tomoe. El siguiente capítulo estará dedicado a Tomoe y Kenshin. En este lo que quise fue más proponer esta lectura del personaje de Kenshin en contraposición al de los Seijuro Hiko, maestros del Hiten Mitsurugi.

Ya hemos hablado de en qué sentido Kenshin es un personaje heroico, pero ¿cómo leer esto desde su humanidad? El formato de la pantalla nos puede sugerir la ilusión de Kenshin como un superhombre, o como un héroe en el sentido de un ser con ciertas propiedades sobrehumanas, pero lo que he querido proponer en este artículo es leer la serie desde el sustrato más intimo de la humanidad de sus personajes, en otras palabras no en todo lo que los hace diferentes de nosotros, sino en todo lo que los hace semejantes. El heroísmo que tanto nos cautiva en Kenshin esa proyección de ideales que buscan sobrepasar los límites de su condición de ser humano hace latir nuestros propios deseos de sobrepasar los límites de nuestra condición. Pero también es cierto que hay límites y que la acción del hombre en la vida se modela por esos límites, en última instancia se podría decir que esas aspiraciones a cambiar las circunstancias vitales se hacen posibles porque precisamente existen esas circunstancias en las que hay acciones y reacciones y donde muchas veces (y en contra de toda visión mecanicista o naturalista del mundo) las reacciones siempre son más que la sumatoria de todas las causas. Por eso Kenshin es un héroe humano. El nunca sale fuera de su tiempo siendo el de un orden superior o es condenado a una eternidad de nada, los resultados de estas acciones y las responsabilidades se viven en esta tierra, de ahí que Hiko le diga que “el mayor peso que aun debe llevar es la vida que se le ha dado”. Finalmente habrá que volver, más tarde, sobre dos conceptos que resultarán vitales para entender otra dimensión más intima de este personaje, que son amor y felicidad, y que estarán íntimamente ligados al personaje de Tomoe. Aquí se evidenciara otra dimensión de la tragedia y también una puerta para un tipo de redención. Sin embargo no quiero que se piense que sostengo que solo hay negatividad en este aspecto del heroísmo de Kenshin. Las circunstancias son neutras pero las lecturas son infinitas. Personalmente hallo sublime a este personaje y a este aspecto suyo, pero siempre hay que recordar que la pantalla es intencionada y que nos muestra cosas velándonos otras. Más allá de ella siempre habrá infinitas interpretaciones en las que Kenshin es solo un criminal. Así este afán heroico y la sabiduría de la que se habló se hacen interdependientes en orden a un actuar responsable en el mundo. Pero este es un escrito que no tiene por materia la ética así que más allá del anterior comentario deseo redondear este capitulo con la sensación que nos provocan las palabras de Tomoe que cité como titulo de este capítulo: “eres tu quien hace caer la lluvia de sangre (…) pero [aún así] es [eres] solo un niño”.

Continuará...

Capitulos anteriores


[1] Este es un esquema bastante Hobbesiano (de Thomas Hobbes) que ha sido sumamente criticado y se considera superado en muchos aspectos, pero que creo que puede ilustrar muy bien lo que quiero expresar a su vez que el ambiente que se muestra en la película. 

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Información del autor:
Estudiante de Filosofía en la PUCP, aficionado al anime, miembro y ex-coordinador de Shin Bunka Yûgô Club, un grupo de jóvenes universitarios que busca hacer un acercamiento mas académico al anime reconociendo en este su valor como vehículo de reflexion de nuestro tiempo. (para mas información sobre el grupo buscarlo en Facebook o en su blog )
Es además aficionado a la Historia y cultura tradicional del Japón asimismo también de su literatura e idioma. A su vez es aficionado a la poesía, y dentro de la filosofía, tiene particular interés en temas de metafisica e idealismo, especialmente el aleman de los siglo XVIII y XIX.


2 comentarios:

  1. Sin duda alguna kenshin va mas allá de un simple anime y manga. Llega a tal punto de reflexionar sobre las circunstancias que lo llevaron a hacer lo que tenia ke hacer.
    Muy buen ensayo me gusto la manera en que abordaste el pasado de kenshin en diferentes puntos.
    Si estas escribiendo por partes, me gustaria leer la opinión sobre la pelea de shishio vs kenshin. El fuerte vive el debil muere vs proteger a los reprimidos .
    Muchas felicidades, sigue asi.

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    1. Hola, Gracias por comentar. Sí, definitivamente este es un anime sumamente interesantes que toca muy diversos temas y distintos niveles de la vida humana. Y es que estos personajes o son muy humanos ellos, o representan arquetípicamente muy bien aspectos de la condición humana; creo que por ratos lo uno o lo otro. Por eso da para discutir tanto. Si, empecé con las OVAs del Tsuiokuhen porque personalmente las considero unas joyas de la animación. Me encanta su estética y su narrativa. Trataré de no dejar pasar mucho tiempo antes de entregar el 4to y 5to capítulos con los que cerraría mi comentario del tsuiokuhen y abordaría cuestiones que se ven ya en la serie, y sí, la batalla con Shishio es paso obligado ya que no solo se enfrentan dos guerreros sino dos formas de ver el mundo, dos éticas que hablan de distintas maneras del valor de la vida. No es un tema de poca monta y espero que para entonces pueda abordarlo con solvencia. Hasta entonces espero que sigas siguiendo este blog y esta pequeña sección que en la medida que mi tiempo me lo permita tratare de actualizar más seguido.

      Jeancarlos Guzmán

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