En el dôjô Kamiya, Kaoru se encuentra con la figura de Iwanbo, la cual Sanosuke cargaba consigo a modo de trofeo y acaba por darse cuenta de que algo muy grave está pasando. Consigue sustraerle algo de información respecto a lo que está aconteciendo; aunque Sanosuke ni siquiera está al tanto de la existencia de Enishi, poco es lo que puede decirle. De pronto, un afectado Kenshin llega al dôjô y su aspecto es tan miserable que Kaoru a duras penas le dice que se vaya a descansar, sin embargo su descanso dura muy poco tiempo ya que tuvo una horrible pesadilla en la cual ve a Kaoru de espaldas en lo que parece ser una montaña de huesos humanos alejándose de él. Cuando llegaba hacía donde estaba Kaoru, al voltear a verla, Kenshin se horroriza al ver en lugar de su rostro, el de otra mujer que al parecer forma parte de su pasado, lo cual hace que despierte agitado y con mayor preocupación que antes.
Entretanto Kaoru ha decidido someter al duro entrenamiento de la técnica secreta de su escuela a Yahiko, el cual acepta sin chistar todas las exigencias que Kaoru le impone, deseoso de serle útil a los demás. Al ver a todos reunidos, Kenshin toma cálidamente a Kaoru de su mano y toma una decisión: contarles a todos el asunto de lo referente a su vida personal, así como su pasado como asesino político y un suceso muy importante que dio origen a este nuevo conflicto, pero sobretodo, Kenshin decide contarles la historia de su esposa, Tomoe Yukishiro, la hermana de Enishi Yukishiro, el responsable de este nuevo incidente. Naturalmente, esta noticia deja a todos muy impresionados, sobretodo a Kaoru.
Kenshin inicia su relato, el cual se remonta al año 1864, durante los turbulentos años del Bakumatsu (final de la era Edo). Un funcionario del shogunato, de nombre Jubei Shigekura, camina por las calles de Kyoto, acompañado por sus guardaespaldas. Uno de ellos es Kyosato, un joven espadachín proveniente de la ciudad de Edo (antiguo nombre de Tokio.) Los hombres conversaban animadamente respecto al compromiso de Kyosato con una amiga de la infancia, cuando de pronto son alcanzados por un misterioso espadachín pelirrojo. El joven se identifica como Himura Battousai, miembro de la facción pro-imperialista Choushuu, y además revela que su intención es tomar la vida de Shigekura. Uno de los guardaespaldas sale de inmediato en defensa de su señor, pero es derrotado fácilmente por Kenshin. En sólo segundos, el hitokiri de Choushuu se deshace del mismo Shigekura, dejando a Kyosato completamente solo. Pese a saber de su inferioridad, Kyosato decide no rendirse y seguir luchando. Un solo pensamiento surca su mente: “No quiero morir”. Poniendo toda su determinación en un ataque, Kyosato logra herir a Kenshin en la mejilla, aunque termina llevándose un certero y mortal golpe del hitokiri, que lo deja en el suelo, ensangrentado y al borde de la muerte. Sin embargo, aunque había recibido una herida mortal, Kyosato sigue resistiéndose a la muerte. Con lágrimas en los ojos, pronuncia sus últimas palabras: “To…”. No llega a decir nada más, ya que en ese momento Kenshin silencia su voz con una certera estocada.
En ese momento, llegan dos miembros de la facción Choushuu a limpiar el lugar. Al ver la herida de Kenshin en la mejilla, se sorprenden mucho y le preguntan si su enemigo era muy fuerte. Kenshin les responde que más que su técnica, su voluntad de vivir había sido notable. Habiendo finalizado ya su trabajo, Kenshin decide marcharse.
En los días siguientes, Kenshin se dedica a asesinar a más y más personas, siempre bajo el lema de Tenchuu (castigo celestial). Sin embargo, mientras más usa su espada, se vuelve más sombrío y empieza a sentir que no puede deshacerse del olor a la sangre. Poco a poco, empieza a meterse más en el papel del hitokiri que actúa desde las sombras, al punto de rechazar un ofrecimiento de Katsura (cabeza de la facción Choushuu) de participar en una reunión donde se discutirían los futuros movimientos de la facción. Está claro que Kenshin no desea participar en el plano político, ni tampoco desea reconocimiento ni gloria; a el sólo le basta con ayudar a construir una nueva era, aunque sea como un asesino desde las sombras. Aunque la fría actitud de Kenshin llama la atención de algunos miembros de Choushuu, que creen que su comportamiento podría estar ligado a la gran cantidad de asesinatos que ha cometido, Katsura ve en Kenshin la misma determinación que vio cuando lo conoció. El jefe de Choushuu recuerda entonces cuando vio por primera vez a Kenshin, hace aproximadamente un año, cuando este acababa de integrarse al Kiheitai, un grupo armado en contra del Bakufu, organizado por Takasugi Shinsaku. En ese entonces Kenshin era sólo un niño (aproximadamente catorce años) que acababa de abandonar el entrenamiento de Hiko. Pese a su juventud, a Kenshin sólo le bastó realizar un movimiento para demostrar el enorme talento que tenía. Al verlo, Katsura decide llevarlo a Kyoto para convertirlo en un Hitokiri, no sin antes preguntarle si estaba dispuesto a matar, a lo que Kenshin responde que, con tal de contribuir a la formación de una nueva era, está dispuesto a usar su espada para tomar la vida de otras personas.
En sólo un año, Kenshin ha logrado convertirse en un temido asesino, pero como consecuencia, su corazón se ha deteriorado y empieza a sufrir los estragos de tomar la vida de otras personas. Por este motivo, Kenshin empieza a rondar los bares, en busca de más sake, el cual consume constantemente aunque siente que le sabe mal. Justamente, en uno de esos bares, divisa a una joven y bella mujer, que como él, se sienta a beber sake completamente sola. Dos hombres se acercan a la mujer y , haciéndose pasar por dos revolucionarios que luchan por los derechos de la gente común, le piden que beba una copa de sake con ellos. Kenshin decide intervenir y sin necesidad de pelear, les dice que Kyoto se ha vuelto una ciudad peligrosa y que no es apta para hipócritas como ellos, opinión que es apoyada por las otras personas que estaban en el bar, que empiezan a recriminar a los dos “fraudes”. Luego de poner en su sitio a los falsos revolucionarios, Kenshin decide marcharse del bar, bajo la atenta mirada de la joven que había defendido.
Cuando ya estaba lejos del bar, caminando por una solitaria calle, Kenshin es interceptado por un hábil asesino, que conoce a la perfección la verdadera identidad de Kenshin. Aunque logra causarle problemas, Kenshin se las arregla para eliminar a su oponente, aunque sin darse cuenta de que estaba siendo observado. Muy tarde, se percata de que la mujer que había defendido en el bar lo había seguido y había terminado presenciando su pelea con el asesino. Bañada en sangre, la mujer confiesa que lo había seguido para agradecerle y además añade una frase que quedaría marcada en la memoria del joven hitokiri: “Tú ,en verdad, has hecho que llueva sangre”.
Este es el primer encuentro entre Kenshin y Tomoe… a partir de este momento, las ruedas del destino empezaron a girar y girar de forma incontenible…
Continuará…
Mi parte favorita de todo el manga aunque en el anime a mi criterio quedó mucho mejor sin ese humor metido tan a lo sobrado de parte de Nobuhiro.
ResponderEliminarBueno, si es verdad, aunque el humor es parte del estilo de Watsuki... No le gusta ser demasiado denso.
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